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¿Va en serio la transición energética con Sheinbaum?


Tras años de políticas energéticas que favorecieron los combustibles fósiles bajo López Obrador, la llegada de Claudia Sheinbaum a la Presidencia plantea una gran incógnita: ¿realmente veremos un cambio hacia las energías renovables en su administración? 


Aunque Sheinbaum ha sido clara en sus intenciones, el legado de su antecesor y la fuerte presencia estatal en el sector energético dejan algunas dudas en el aire.


En su primer discurso como Presidenta, Sheinbaum aseguró que su gobierno impulsará la inversión en energías renovables y la tan necesaria transición energética. Sin embargo, también dejó claro que el Estado mantendrá el control mayoritario en la generación de energía, con un 54% de participación pública y un 46% privada, algo que podría limitar el desarrollo del sector.


"En unos días presentaremos el Plan Nacional de Energía, que incluye nuevas inversiones en transmisión, generación y un programa ambicioso de transición energética hacia fuentes renovables", dijo la mandataria, subrayando la importancia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

No obstante, la participación privada se permitirá bajo reglas claras y siempre dentro del marco de la ley. Para las empresas estatales como Pemex y CFE, Sheinbaum reiteró que deben fortalecerse para asegurar el acceso a energía limpia y económica.


Sobre la producción de petróleo, Sheinbaum reafirmó su meta de alcanzar los 1.8 millones de barriles diarios, destacando que la propuesta de producir 3 millones de barriles, planteada en el sexenio de Enrique Peña Nieto, es "ambientalmente imposible". Según la Presidenta, la clave está en la eficiencia energética y en el fomento de energías renovables.


Especialistas ven un cambio positivo


A diferencia del gobierno de López Obrador, donde las energías renovables pasaron a segundo plano, expertos señalan que el enfoque de Sheinbaum parece más prometedor.


Óscar Ocampo, del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), destacó que la mandataria ha sido consistente con su discurso desde la campaña y ve con buenos ojos la apertura a la inversión privada, aunque aún quedan muchas preguntas sin responder.


Isabel Studer, presidenta de Sostenibilidad Global, coincidió en que Sheinbaum mostró un enfoque más sólido hacia la eficiencia energética y las renovables. Sin embargo, aclaró que será crucial acompañar este discurso con una agenda clara de políticas públicas para que el sector pueda despegar sin sobrecargar al Estado.


Sheinbaum ha fijado para 2030 la meta de que el 45% de la matriz energética del país provenga de fuentes renovables, un objetivo ambicioso que, de cumplirse, podría marcar un antes y un después en la política energética de México. Pero el camino aún es incierto.


¿Qué pensamos en #PlanetaB?


El discurso de Claudia Sheinbaum sobre energías renovables y transición energética marca un contraste importante respecto a la administración de López Obrador, pero aún es demasiado pronto para saber si este cambio se traducirá en acciones concretas y efectivas. La intención está ahí, pero las metas ambiciosas, como lograr que el 45% de la matriz energética sea renovable para 2030, necesitan algo más que buenos discursos.


La apertura a la inversión privada es un paso en la dirección correcta, pero sin claridad en las reglas del juego y sin una agenda pública detallada, queda la duda de si el país está realmente preparado para este reto. 


El balance entre fortalecer a las empresas estatales, como Pemex y la CFE, y fomentar la inversión en energías limpias será uno de los mayores desafíos de este sexenio. 


Si bien Sheinbaum tiene experiencia en temas de sostenibilidad, ahora enfrentará el reto de traducir ese conocimiento en políticas que impulsen una transición energética real, sin comprometer la estabilidad económica ni sobrecargar las finanzas del Estado.


El éxito de esta transición dependerá, en gran parte, de la coherencia entre las promesas y la implementación. México necesita un cambio, pero aún está por verse si este será el sexenio que lo concrete.


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