
En una decisión que ha sacudido la agenda ambiental global, el presidente Donald Trump, en su nueva administración, confirmó que retirará nuevamente a Estados Unidos del Acuerdo de París. Con esto, el país con el mayor historial de emisiones de gases de efecto invernadero abandona, por segunda vez en una década, los esfuerzos internacionales para combatir el cambio climático.
La salida coloca a Estados Unidos en una posición aislada, junto a Irán, Libia y Yemen, como las únicas naciones fuera del acuerdo climático de 2015. Este pacto busca limitar el calentamiento global a 1.5 °C sobre los niveles preindustriales, una meta considerada crítica para evitar impactos catastróficos como el aumento del nivel del mar, olas de calor extremas y tormentas devastadoras.
La Casa Blanca justificó la medida como parte de una estrategia para eliminar regulaciones y maximizar la producción de petróleo y gas. Sin embargo, expertos y líderes internacionales advierten que esta decisión pone en riesgo la ambición global de reducir emisiones en un momento crucial.
¿Qué significa para el mundo?
El secretario general de la ONU, António Guterres, expresó su preocupación, aunque confía en que ciudades, estados y empresas estadounidenses mantendrán su compromiso con un desarrollo sostenible y bajo en carbono.
A pesar de este optimismo, la salida de Estados Unidos, el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero después de China, amenaza con desestabilizar los esfuerzos colectivos para cumplir los objetivos climáticos.
Li Shuo, experto en diplomacia climática, advirtió que esta decisión también perjudica la competitividad estadounidense en mercados emergentes de energías limpias, como la energía solar y los vehículos eléctricos.
“China está mejor posicionada para liderar, mientras que Estados Unidos arriesga quedarse atrás”, afirmó.
¿Qué pensamos en #PlanetaB?
La decisión de Donald Trump no solo representa un paso atrás para Estados Unidos en la lucha contra el cambio climático, sino que envía un mensaje preocupante a nivel global: la acción climática sigue siendo vulnerable a los intereses políticos de corto plazo.
Mientras el mundo se enfrenta a desafíos climáticos que no admiten retrasos, el liderazgo estadounidense, indispensable para un cambio global, parece ausente.
Como diría António Guterres: “La crisis climática es una carrera que estamos perdiendo, pero todavía podemos ganarla. La pregunta es si actuaremos con la urgencia que este momento exige”.
El tiempo para la inacción se acabó, y cada nación, especialmente las que ostentan mayor poder, debe asumir su responsabilidad con el futuro del planeta.
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