Lo sabíamos, pero pocos lo querían aceptar: Semarnat reconoce daños por el Tren Maya
- Planeta B
- 2 abr
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Durante años, ambientalistas, expertos y comunidades locales alertaron sobre el impacto ecológico del Tren Maya. A pesar de estudios, protestas y denuncias, el discurso oficial minimizaba los riesgos.
Hoy, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) finalmente reconoce lo que era evidente: las obras han causado daños en varias zonas de la Península de Yucatán.
En un encuentro encabezado por la titular de la Semarnat, Alicia Bárcena, se admitió que la restauración ambiental debe abordar no solo los estragos del Tren Maya, sino también problemas derivados del turismo desordenado en Quintana Roo, la contaminación generada por el auge de las granjas porcícolas en Yucatán y la deforestación provocada por la actividad agropecuaria de comunidades menonitas en Campeche.
"Que pague quien hizo la obra"
Bárcena enfatizó la necesidad de una restauración integral con participación comunitaria. Como ejemplo, mencionó que la reforestación podría apoyarse en productores de chicle de Quintana Roo en lugar de empresas externas sin arraigo en la región.
"Para qué van a contratar consorcios que vienen, plantan un árbol y se les muere al día siguiente. Las propias comunidades pueden ayudarnos a restaurar el ecosistema forestal", señaló.
Por su parte, Marina Robles, subsecretaria de Biodiversidad y Restauración Ambiental, dejó claro que el costo de reparar los daños deberá ser asumido por la instancia responsable de la obra: "Tiene que pagar quien hizo la obra".
Entre las acciones contempladas para mitigar los daños se encuentran la mejora de los pasos de fauna, la eliminación de mallas que bloquean el libre tránsito de animales y la posible declaración de algunas zonas como reservas de la biosfera.
¿De cuánto daño estamos hablando?
Según información proporcionada por el gobierno federal en respuesta a una solicitud de información de Animal Político, se talaron más de 7 millones de árboles entre 2019 y 2023 para la construcción del Tren Maya.
El tramo con mayor impacto de deforestación fue el Tramo 5 (Cancún-Tulum), donde se talaron 3 millones 505 mil 908 árboles. Le sigue el Tramo 6 (Tulum-Chetumal), con 2 millones 670 mil 190 árboles talados.
Es importante tener en cuenta que la construcción del Tren Maya continuó durante 2024, por lo que es probable que la cifra total de árboles talados haya aumentado. Sin embargo, sin datos oficiales, cualquier número para 2024 sería una estimación.
Los daños en cenotes por la obra del Tren Maya son un tema de gran preocupación y debate en México. Aunque el gobierno federal ha negado rotundamente daños significativos, diversas organizaciones ambientalistas, espeleólogos y medios de comunicación han documentado casos concretos de afectaciones.
Evidencia de daños:
Colapso de cuevas y cenotes: Se han reportado derrumbes y colapsos de cuevas y cenotes, especialmente en el Tramo 5 Sur (Playa del Carmen - Tulum), donde el terreno kárstico es muy frágil. Organizaciones como Moce Yax Cuxtal han presentado pruebas fotográficas y videos de estos incidentes.
Contaminación del agua: Existe preocupación por la posible contaminación del agua de los cenotes debido a la perforación del subsuelo, el uso de explosivos y la filtración de materiales de construcción.
Alteración de los flujos de agua subterránea: La construcción de los pilotes y las vibraciones generadas por la maquinaria pesada podrían alterar los delicados flujos de agua subterránea que alimentan los cenotes, afectando su nivel y calidad.
Destrucción de ecosistemas: Los cenotes son ecosistemas únicos que albergan una gran diversidad de flora y fauna, incluyendo especies endémicas. La destrucción o alteración de estos ecosistemas representa una pérdida irreparable de biodiversidad.
¿Qué pensamos en #PlanetaB? Las advertencias ignoradas
El Tren Maya fue una de las obras emblema del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con la promesa de impulsar el desarrollo del sureste mexicano. Sin embargo, desde su concepción, el proyecto fue objeto de críticas de ambientalistas y especialistas que alertaban sobre su impacto en la biodiversidad de la región.
El exmandatario desestimó las advertencias, acusando a los opositores de ser "pseudoambientalistas" con intereses ocultos. "Ya se decidió que es un asunto de seguridad nacional y que no por los intereses de un grupo de corruptos y pseudoambientalistas vamos a detener una obra que es en beneficio del pueblo", declaró en 2022.
Hoy, el reconocimiento tardío de los daños deja una pregunta incómoda sobre la mesa: si los impactos eran previsibles y advertidos, ¿por qué se ignoraron? Y lo más importante, ¿será suficiente la restauración anunciada para reparar un ecosistema que tardó siglos en formarse y que se alteró en pocos años?
La historia dirá si esta aceptación tardía se traduce en acciones concretas o si, como tantas veces, se queda en el discurso.
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