La Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP22, que se llevó a cabo en días pasados tuvo la participación de más de 200 países y fue una revisión para demostrar qué se había logrado durante los últimos doces meses después del Acuerdo de París.
Líderes de todo el mundo hicieron pública una proclamación para continuar con los Acuerdos de París y afirmaron que son irreversibles. La comunidad nos demostró una vez más el compromiso que tienen con el planeta y para las futuras generaciones, dando prioridad a los objetivos del histórico Acuerdo de París sobre el cambio climático.
A pesar de lo que sucedió el pasado 8 noviembre en las elecciones de Estados Unidos, las naciones continuaron con las negociaciones y su trabajo, aún cuando la amenaza de la quimera Trump esté por desatarse. La semántica que se manejó fue que los Acuerdos de París del año pasado son más grandes que cualquier país o jefe de Estado en particular.
Los Acuerdos de París son un documento en el cual se establecieron los objetivos generales y el marco para una acción climática internacional; pero para terminar este documento se estableció un período de 3 años y los países participantes deberán tener listo para el 2018 con diferentes revisiones de avances en el transcurso del siguiente año.
Se hizo un hincapié para continuar ampliando las contribuciones financieras y llegar a la meta de 100 mil millones de dólares por antes antes del 2020. Para lidiar con la inminente amenaza, que acabará con innumerables vidas humanas y causará estragos en la agricultura, la ONU necesita dichos recursos como parte del Fondo Verde para el Clima que ayudará a los países en desarrollo a fortalecer su resistencia y adaptación al cambio climático.
Por otro lado, se discutió el Fondo de Adaptación, el cual es un organismo que existe para servir al Protocolo de Kyoto -acuerdo de 1997 que compromete a los países desarrollados a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para el 2020- muchos de los asistentes se mostraron a favor de trasladarlo a los Acuerdos de París con el fin de garantizar que siga siendo una prioridad política en el futuro. Estos debates cayeron de plano, y los países simplemente acordaron discutir el tema y entregar sus opiniones antes del 31 de marzo de 2017.
Por otro lado, se aprobó un plan de trabajo de cinco años sobre ‘daños y pérdidas’ que comenzará el próximo 2017 en donde los países abordarán formalmente temas como los efectos del cambio climático, las pérdidas no económicas (cultura e identidad) y migración; es decir enfrentar los impactos climáticos más allá de la adaptación.
En París, se pidió a los países que establecieran sus estrategias para desligarse del carbón en los próximos años, exponiendo sus planes para el 2050. Hasta el momento, 22 países, 15 ciudades y 196 empresas se han comprometido a hacerlo. Por otro lado los 47 países más pobres del mundo se comprometieron a generar el 100% de su energía a partir de fuentes renovables lo antes posible.
Países como Canadá, Alemania, Estados Unidos y México (si, México un compromiso que celebrar verdaderamente) anunciaron estrategias ambiciosas frente al cambio climático y lograr una neutralidad climática y un mundo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero para la segunda mitad del siglo.
Por sus condiciones geográficas, sociales y económicas México es un país altamente vulnerable a sus efectos. Estimaciones oficiales señalan que el 50% de la población vive en condiciones de pobreza, mientras que el 44% habita en zonas costeras. Si bien el país solo produce el 1.5% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que causan el cambio climático, alcanzar los objetivos globales de reducción de emisiones depende de los esfuerzos que realice cada país.
Con la firma y ratificación del Acuerdo de París por parte del gobierno federal, México se compromete a reducir con recursos propios en 22% sus emisiones con relación a las del año 2013 y hasta un 36% adicional con ayuda internacional. Para lograrlo deberá impulsar la transición hacia una economía competitiva, incluyente y baja en carbono, eliminando el uso de combustibles fósiles como fuente de energía y promoviendo el uso de energías renovables de forma sostenible ambiental y socialmente.
Asimismo, tendría que buscar una transición energética que no utilice tecnologías con altos riesgos e impactos ambientales y sociales, como la explotación del gas natural y otros combustibles fósiles, la fractura hidráulica, la energía nuclear y las grandes represas. En este sentido, las estrategias y planes en el sector energético deberán ser compatibles y estar alineados con nuestros compromisos climáticos.
México participó en las negociaciones multilaterales sobre el cambio climático con el objetivo de impulsar una economía global competitiva, no discriminatoria, sustentable, incluyente, baja en carbono. En particular se busca disminuir la vulnerabilidad de la población y de los sectores productivos, preservar los ecosistemas y reducir los gases de efecto invernadero y contaminantes climáticos de vida corta. Lo anterior, atendiendo de manera prioritaria a los sectores de mayor emisión como los de transporte, generación de energía eléctrica, industria, petróleo y gas, agropecuario, y residuos. Asimismo, se busca fortalecer la cooperación internacional para la protección de los bosques, dada su relevancia tanto para la adaptación como para la mitigación al cambio climático. El gobierno mexicano tendrá una difícil tarea en este sector ya que la Semarnat se ha dedicado a saquear los ecosistemas nacionales en vez de protegerlos, un claro ejemplo es Quintana Roo, Toluca, Yucatán, Nayarit, en fin, en diferentes puntos se ven lagunas de operación de este organismo que otorga permisos en zonas protegidas con fines empresariales.
México, al igual que otros países como Alemania o Francia, está realizando estrategias industriales para hacer la transición hacia una economía baja en carbono; es así como la Secretaría de Relaciones Exteriores ha expuesto que tanto el gobierno y las empresas como la sociedad civil deberán estar trabajando en:
Merco tecnológico renovado que permita acelerar la innovación y transferencia de tecnologías climáticas para la mitigación y la adaptación ante el cambio climático
Marco de transparencia que facilite la evaluación del cumplimiento de la Contribución Prevista y Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) de cada país y del avance global hacia la meta de 1.5ºC
Cumplir los compromisos de los países desarrollados en materia de financiamiento, transferencia de tecnología y apoyo a la formación de capacidades.
De acuerdo con la SRE, México presentó el 27 de marzo de 2015 su NDC, convirtiéndose en el primer país en desarrollo en hacerlo y el primero en incluir compromisos en materia de adaptación. Esta contribución se elaboró con la participación de la sociedad civil, integrando el enfoque de género y de derechos humanos como tema principal para el caso de adaptación. Igualmente el pasado 21 de septiembre de 2016 México ratificó el Acuerdo de París y refrendó su NDC y formuló una declaración en donde se explica que dentro del grupo de gases de efecto invernadero (GEI) se incluyen otros que igualmente dañan al planeta como los ‘Contaminantes Climáticos de Vida Corta’ como: Metano (CH4), carbono negro (BC), ozono troposférico (O3) y algunos hidroflurocarbonos (HFC’s).
En la ratificación efectuada en días pasados, México se comprometió a reducir el 22% de sus emisiones de GEI y 51% de contaminantes climáticos de vida corta, en particular Carbono Negro para el 2030.
Si quieren conocer a detalle la totalidad de acciones a las que México se comprometió al ratificar el Acuerdo de París, ingresen a la página de la Secretaría de Relaciones Exteriores
Vía: cop22, SRE
Imagen: leseco.ma