El café ha sido una cuestión de debate en los últimos años, tanto por compañías como Starbucks que vende sólo en Estados Unidos un promedio de 4 millones de cafés al día (imaginen ahora 4 millones de vasos desechables tirados diariAmente), como Nespresso con las polémicas cápsulas de café. ¿Dónde quedaron las personas que preparan su café en casa y se lo llevan en termo?
Hace unos días salió a la luz una declaración de un ex-ejecutivo de Nespresso quien asegura que las cápsulas de café de Nespresso contaminan más de lo que han dicho. Las cápsulas no son biodegradables en el corto plazo, más bien sólo esperan pacientemente en vertederos o mares a ser degradadas durante 200 años; esta información de acuerdo con ‘The Australian Broadcasting Company’.
Jean-Paul Gaillard, quien fungió como CEO de Nespresso durante 10 años declaro a la ABC “…sería un desastre continuar con este modelo de negocio, es tiempo de ver otras alternativas...". Y eso hizo, ya que desde el 2008 fundó la compañía Ethical Coffee Company, la cual elabora cápsulas de café biodegradables y que son compatibles con las máquinas de Nespresso. “…los clientes no debemos sacrificar el ambiente por una taza de café sólo conveniencia…”, declaró.
El ex-CEO no es el primer excolaborador que habla acerca de los abusos que está cometiendo Nespresso con sus cápsulas de uso único. En el 2015, el diario ‘The Atlantic’ entrevistó a John Sylvan, -quien inventó la máquina Keurig (usada y comercializada actualmente- y dijo estar arrepentido de haber creado un gadget que genera tanto desperdicio, “…me siento mal de haber creado esto…”. Entendemos el cargo de culpa de Sylvan y creo que cualquiera de nosotros estaría igual si estuviéramos en su lugar.
Las cápsulas cuentan con muchas aristas de problemas, principalmente los materiales con los que están hechos y el número que se venden anualmente. De acuerdo con la campaña ‘Kill de K-cup’ , la empresa Green Mountain Coffee que también es dueña de máquinas Keurig, en el 2013 vendió suficientes cápsulas para darle la vuelta a la tierra 10.5 veces.
El diario ‘The Atlantic’ afirma que este número es mayor y son 12 vueltas las que se podrían dar con todas las cápsulas vendidas. Si bien hoy ingresamos a la página de dicha compañía, ésta ya cuenta con cápsulas biodegradables pero sigue comercializando las antiguas.
La elaboración de los ‘k-cups’ como los de Nespresso no son biodegradables, de hecho la gran mayoría de estas cápsulas son elaboradas con el plástico #7, el cual es un tipo de plástico que sólo en algunas ciudades de Canadá son reciclables.
Para mitigar el problema que se presenta la compañía Keurig introdujo en abril de este año unas cápsulas biodegradables y no estamos en contra de esta medida, el problema es el proceso que un cliente debe realizar para que se degraden de forma correcta, ya que el consumidor tendría que esperar a que la cápsula se enfríe, despegar la lámina superior, tirar el desecho café y posteriormente reciclar la ‘cáscara’ de plástico remanente.
Esto no quiere decir que Keurig haya quitado del mercado las cápuslas no biodegrdables de la cuales continua vendiendo billones.
En temas de reciclaje la sociedad está a favor pero hemos visto que mientras más complicado sea el proceso más personas desertarán de realizarlo. Las empresas tienen que pensar en un reciclaje-for-lazypeople el cual suponga un mínimo esfuerzo. También la sociedad debe poner de su parte.
Para mitigar los ataques que recibe, Nespresso puso una fachada de ‘vean como cuido el ambiente’. La empresa alienta a sus clientes a que envíen las cápsulas usadas de regreso a Nespresso. De lo que no tenemos conocimiento es ¿qué hace la compañía una vez que las recibe?, el sitio food.mic solicitó una respuesta la cual sigue esperando al día de hoy.
La verdad es que no necesitamos un café que venga en una cápsula y menos en nuestro país donde tenemos café de calidad. No es la primera vez que Nestlé nos juega una mala pasada, ¿recuerdan los vasos desechables de café de uso único en el Reino Unido? Parece que esta compañía es una más que sólo busca la rentabilidad de sus bolsillos sin importar la destrucción de nuestro planeta.
Vía. food.mic, the atlantic
Imagen: treehugger