Cada día aparecen héroes que nos brindan esperanzas y nos dan un rayo de luz a un panorama incierto. Miranda Wang y Jeanny Yao, entran en esa clasificación, quienes el año pasado comenzaron su ‘startup’, buscando usar la biotecnología para crear un nuevo tipo de alimento para peces utilizando los residuos de plástico y descomponer el poliestireno en dióxido de carbono y agua.
Para Miranda Wang, estudiante de la Universidad de Pensilvania, cofundadora y CEO de BioCellection, el tema de la contaminación ambiental siempre fue un problema desatendido y mal comunicado ya que actualmente seguimos cegados al impacto que tienen nuestras acciones y decisiones en el medio ambiente.
De acuerdo con diferentes investigaciones se estiman que cada año llegan al mar ¡8 millones de toneladas de plástico!, esto es una gran amenaza para nuestro planeta. BioCellection pretende romper los plásticos usando una combinación de biología, química junto con una acción mecánica.
La empresa prevé descomponer el desecho de poliestireno en dióxido de carbono y agua. “...Si podemos hacer plásticos sintéticos, podemos romperlos y descomponerlos químicamente en otras formas…”, declaró Wang.
En una entrevista con la Universidad de Wharton, Wang declaró como comenzó la idea: “...empezó como un proyecto en preparatoria, en donde la escuela nos llevó a un viaje de verano a un vertedero, en ese momento fue cuando tuve un golpe con la realidad; no sólo son masivos estos espacios, sino que esta basura que se acumula tiene una vida más allá de sólo ser un desecho sobretodo en el caso del plástico que es el principal desecho que existe en los vertederos.
El plástico parece tener otra vida inmutable, a pesar de que se rompe, se desintegra en pedazos cada vez más pequeños pero químicamente nunca se desintegra en su totalidad…”.
En este viaje escolar Wang y su confundadora Jeanny Yao, encontraron una bacteria en el río Fraser que se alimenta de ftalatos, la cual es una clase de compuestos químicos principalmente empleados como plastificadores (sustancias añadidas a los plásticos para incrementar su flexibilidad).
Con la ayuda de un profesor de la Universidad de British Columbia, lograron aislar tres cepas de bacteria que parecían preferir los ftalatos a otras fuentes potenciales de alimento.
El equipo de Wang ha comenzado a atacar el desperdicio de poliestireno (unicel) porque actualmente tiene un valor muy bajo en el reciclaje pero es más del 30% de la contaminación marina.
Al día de hoy se tienen dos patentes en el roaster: 1) generar valor al proceso de reciclaje de poliestireno y 2) ingeniería genética. La mayoría de los poliestirenos no se reciclan por la falta de incentivos para invertir en compactadores y sistemas logísticos.
“...En este momento estamos a la mitad del camino en la creación de una bacteria genéticamente modificada que rompe el plástico 80 veces más rápido que cualquier otro organismo…” declaró Wang.
El proceso que sigue una de las patentes es que al momento de que la bacteria rompe el plástico, el desperdicio restante sirve como proteína que a su vez funciona como alimento para los peces. Se ha demostrado una reducción del 73% de mortalidad en el salmón que han pasado por este proceso.
Ambas entrepreneurs acaban de culminar sus estudios en sus respectivas universidades y no sólo se han puesto metas ambientales sino económicas ya que esperan que para el 2020 su empresa crezca a ser un negocio de $100 millones.
Vía: biocellection.com, wharton.upenn.edu
Imagen: biocellection.com